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Sesión 8. Club MACONDO: El mercader de Venecia, de William SHAKESPEARE

Buenos días a todos,

El lunes 1 de marzo reunión del Club MACONDO para la puesta en común de la lectura de El mercader de Venecia, de William SHAKESPEARE. Antes de empezar el comentario de la obra hacemos entrega de Antología mayor de la poetisa argentina Alfonsina STORNI, con la que nos iniciaremos en la puesta en común de una lectura de poesía.

En cuanto a El mercader de Venecia, la lectura ha gustado y ha resultado gratificante aunque hay quien señala la dificultad que le supone la lectura de una obra teatral. En general, se considera una lectura amena. El primer tema que se plantea es el del antisemitismo de la obra: por un lado está presente la idea popular respecto a la figura del judío (avaro, cruel y malévolo) y observamos que Shylock basa su manera de actuar en su condición de judío; pero, por otro lado, también podemos leer una defensa de los judíos perseguidos y también las agudas observaciones del usurero respecto a los cristianos que, quizás desde un punto de vista más actual podrían resultar incluso simpáticas.

Es precisamente la figura de Shylock, la que centra buena parte del debate, y también el papel y la historia de Portia, ocupa nuestra atención. De alguna manera se contrapone la tragedia del judio y del préstamo a A ntonio a la comedia de la rica heredera. Nerissa, Portia, Jessica (la hija de Shylock) son mujeres que siguen su camino y se comportan de forma autónoma en su búsqueda del amor y la felicidad. Destacamos los comentarios de Portia sobre los prentendientes que han ido a probar suerte con los cofres llenos de ironía y humor.

Entre los fragmentos que destacamos, la respuesta de Shylock a la pregunta de Salerio, sobre para qué iba a servirle la carne del mercader Antonio:

Como cebo para los peces. Alimentará mi venganza, aunque no alimente ninguna otra cosa. Él es la causa de mi oprobio, y me ha hecho perder medio millón, se ha burlado de mis ganancias, se ha reído de mis pérdidas y se ha mofado de mi raza, ha obstaculizado mis negocios, ha dado ínfulas a mis enemigos y ha enfriado a mis amigos, y todo, ¿por qué? Porque soy judío. ¿No tiene ojos un judío? ¿No tiene manos un judío, ni órganos, proporciones, sentidos, pasiones, emociones? ¿No toma el mismo alimento, le hieren las mismas armas, le atacan las mismas enfermedades, se cura por los mismos métodos? ¿No le calienta el mismo estío que a un cristiano? ¿No le enfría el mismo invierno? ¿Es que no sangramos si nos espolean? ¿No nos reímos si nos hacen cosquillas? ¿No nos morimos si nos envenenan? ¿No habremos de vengarnos, por fin, si nos ofenden? Si en todo lo demás somos iguales, también en eso habremos de parecernos. Si un judío ofende a un cristiano, ¿qué benevolencia ha de esperar? La venganza. Si un cristiano ofende a un judío, ¿con qué cristiana razón la aceptará? ¡Con la de la venganza! Pondré en práctica toda la vileza que he aprendido, y malo será que no supere a mis maestros.

En otro orden de cosas, se pone en evidencia la importancia de las traducciones pues hemos utilizado dos distintas y las diferencias entre ellas se han hecho patentes con la lectura de diversos párrafos.

En esta ocasión, nuestras secciones habituales fueron ingeridas por el debate. Así que sin más finalizamos la sesión a la hora convenida.

Recordaros a todos que podeis participar en el blog si quereis o teneis que notar, rectificar, subrayar o, sencillamente, comentar algo…  ¡Saludos y hasta pronto!