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Lectura de verano. Club MUCHALETRA:”El pabellón nº 6 y otros relatos” de Anton Chéjov

A la vuelta del verano y coincidiendo con el inicio del nuevo ‘curso’, nos reuniremos para comentar el libro de relatos de Anton Chéjov: El pabellón nº6 y otros relatos. Será el próximo 14 de octubre (19:15 h.).

Anton Pávlovich Chéjov (Taganrog – Rusia, 1860 – Badenweiler – Alemania, 1904) Narrador y dramaturgo ruso, está considerado uno de los representantes más destacados de la escuela realista en Rusia. Su estilo está marcado por un depurado laconismo expresivo y por la ausencia de tramas complejas que el autor crea ayudado por los más sutiles pensamientos de sus personajes.

Hijo de un comerciante que había nacido siervo, Chéjov estudió medicina en la Universidad Estatal de Moscú. Mientras todavía estaba en la universidad publicó relatos y escenas humorísticas en revistas. Casi no ejerció la medicina debido a su éxito como escritor y porque padecía tuberculosis, en aquel tiempo una enfermedad incurable. La primera colección de sus escritos humorísticos, Relatos de Motley, apareció en 1886, y su primera obra de teatro, Ivanov, se estrenó en Moscú al año siguiente. En 1890 Chéjov visitó la colonia penitenciaria de la isla de Sajalín, en la costa de Siberia, para escapar de las inquietudes de la vida del intelectual urbano; de esa visita nació el relato titulado, La isla de Sajalín (1891-1893). Otro significativo relato de esos años es Una historia aburrida (1889), penetrante estudio de la mente de un viejo profesor de medicina. Pertenece a una serie de obras del autor que fueron llamadas “clínicas”, por tener como personajes a enfermos físicos o mentales. Acaso el relato más conocido de esa serie sea Pabellón Nº 6 (1892), acerba crítica de la psiquiatría, en el que la relación entre el paciente y el médico se resuelve dramáticamente con el ingreso del segundo en su propia clínica y su posterior muerte.

La frágil salud de Chéjov le llevó a trasladarse en 1897, desde Moscú a Crimea, de clima más cálido. También hizo frecuentes viajes a los balnearios de Europa central. Casi a finales de siglo conoció al actor y productor Konstantín Stanislavski, director del Teatro de Arte de Moscú, que representaría su obra La gaviota (1896), en 1898. Esta asociación de dramaturgo y director de teatro, que continuó hasta la muerte de Chéjov, permitió la representación de varios de sus dramas en un acto y de sus obras más significativas como El tío Vania (1897), Las tres hermanas (1901) y El jardín de los cerezos (1904). Chéjov murió en el balneario alemán de Badweiler, en 1904.

La crítica moderna considera a Chéjov uno de los maestros del relato. En gran medida, a él se debe el relato moderno en el que el efecto depende más del estado de ánimo y del simbolismo que del argumento. Sus narraciones, más que tener un clímax y una resolución, son una disposición temática de impresiones e ideas. Algunos de los mejores relatos de Chéjov se incluyen en el libro publicado póstumamente, Los veraneantes y otros cuentos (1910). Dentro del teatro ruso, a Chéjov se le considera como un representante fundamental del naturalismo moderno. Sus obras dramáticas, lo mismo que sus relatos, son estudios del fracaso espiritual de unos personajes en una sociedad feudal en proceso de desintegración. En las obras de teatro de Chéjov muchos acontecimientos dramáticos importantes tienen lugar fuera de la escena y lo que se deja sin decir muchas veces es más importante que las ideas y sentimientos expresados.

El pabellón nº 6 y otros relatos es un conjunto de cuatro relatos magistrales (El pabellón nº 6, El hombre enfundado, La grosella y Del amor) más un extenso prólogo de Maxim Gorki, sobre Anton Chéjov.

El prólogo refleja el pensamiento de Chéjov sobre los maestros rurales en la Rusia de principios del siglo XX y junto a ellos, los campesinos, los médicos, los escritores… que  representaban la masa crítica de la sociedad rusa. Chéjov fue extremadamente crítico con la mediocridad que asolaba su país y puede considerársele un intelectual de la época cuya misión era la crítica de la sociedad para hacerla avanzar.

En El pabellón nº 6, Andréi Yefímych, el médico protagonista, entabla conversaciones con uno de los jóvenes recluidos en el manicomio y, paulatinamente, se va dando cuenta de que el loco no está tan loco como dicen o que sólo está loco porque así se le tildó en su día. Poco a poco, se va poniendo en duda la salud mental de un médico que mantiene conversaciones filosóficas con sus pacientes En el relato, el autor pone de manifiesto la poca confianza depositada en el sistema que viene representado por Jóbotov, el médico sustituto y a quien le falta experiencia y, por lo tanto, posibilidad de contrastar sus opiniones; Nikita un matón que maltrata a los enfermos; Iván Dmitrich, el loco que no lo está y resulta ser la parte ilustrada de la sociedad; pero, especialmente, destaca Andrei Yefimych.

En El hombre enfundado, un cazador cuenta a otro la extraña historia de Bélikov, un hombre gris, maestro de escuela, que todos los días del año viste con abrigo, botas para la nieve y lleva paraguas. Todos sus objetos personales los protege con una funda y él mismo aparece como un hombre escrupuloso, nada sociable y muy poco comunicativo hasta la exageración. Pero un día decide casarse.

En La grosella, un funcionario de hacienda sueña con vivir en una casa rural para dedicarse al cultivo de las grosellas. Este deseo se convertirá en obsesión para él, hasta el punto de ahorrar hasta el último rublo y casarse con millonaria para poder ver cumplida su aspiración.

Y en Del amor, Pável Konstantínych, juez de paz honorífico, acepta la invitación que le hace Luganóvich, vicepresidente del tribunal, de almorzar juntos. Durante la velada en casa de su amigo, se enamora de Anna Alekséyevna, su mujer. Este amor le acercará mucho más a la pareja, convirtiéndose en una presencia imprescindible en el hogar de los Luganóvich.

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  1. Club de Lectura Zamora

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