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Sesión 7. Club MUCHALETRA: “Juventud” de J. M. Coetzee

En la próxima sesión del club, el lunes 30 de enero de 2017,  a las 19 h., comentaremos el libro de J. M. Coetzee, Juventud.

CoetzeeEs delgado y ágil, pero al mismo tiempo es flácido. Le gustaría ser atractivo, pero sabe que no lo es. Le faltaba algo esencial, algún rasgo bien definido. Sigue teniendo un aire de niño. ¿Cuánto tiempo va a  tardar en dejar de ser un niño?¿Qué le va a curar de la niñez y lo va a convertir en hombre? Lo que le curaría, si llegara, sería el amor. Puede que no crea en Dios, pero sí cree en el amor, y en los poderes del amor.

 (Juventud)

John Maxwell Coetzee: nació en Ciudad del Cabo en 1940, hijo de un abogado y una maestra. Estudió en una escuela inglesa (su lengua materna) en las afueras de Worcester. Se graduó en Matemáticas y Lengua Inglesa por la Universidad de su ciudad natal; posteriormente, se trasladó a Londres, donde trabajó como programador de ordenadores. Sus recuerdos de la niñez y la juventud están recogidos en sus libros Infancia (1997) y Juventud (2002).
En 1965 abandonó la capital británica y puso rumbo a Estados Unidos, donde se doctoró en Lingüística y Literatura en la Universidad de Texas, en Austin. Allí se habían reunido grandes profesores en todos los campos del saber: de la literatura francesa, Roger Shattuk, Ricardo Gullón de la española, con visitas frecuentes de Borges, de Octavio Paz, o poetas como Alberto de la Cerda, Charles Olson o Robert Criley. En su centro para la investigación de las Humanidades, encontró Coetzee muchos datos para sus novelas, entre otros, los diarios y papeles de los exploradores americanos de África.
Después de tres años de experiencia docente en la Universidad estatal de Nueva York en Buffalo, regresó a Sudáfrica en 1971, donde fue profesor de literatura en la Universidad de Ciudad del Cabo hasta su jubilación.
Actualmente (desde 2002) vive en Australia y da clases en la Universidad de Adelaida, aunque pasa un semestre al año, desde hace siete, en la Universidad de Chicago, donde ha recibido la noticia de la concesión del Nobel.
De su vida privada sólo se sabe que está divorciado, tiene una hija, y es vegetariano y abstemio.
Ha trabajado como traductor y crítico literario y es colaborador de The New York Review of Books.
Aunque hasta 1974 no publicó su primera novela, Dusklands, su carrera está llena de galardones literarios: en 1977, con En medio de ninguna parte, ganó el premio de las letras sudáfricanas CAN, que también obtuvo por Esperando a los bárbaros (1980). Ha sido premiado dos veces con el Booker Prize; la primera por Vida y época de Michael K. (1983), con la que también ganó el Prix Étranger Femina, y la segunda por Desgracia (1999). También posee el Geoffrey Faber Memorial Prize, el James Tait Memorial Prize, el Jerusalem Prize y The Irish Times International Fiction Prize. En abril de 2001 se le concedió el I Premio Reino de Redonda y en octubre de 2003 se alza con el Premio Nobel de Literatura. Otras novelas suyas son: Foe (1986), El maestro de Petersburgo (1994) y La edad de hierro (1990).
Como crítico literario ha repasado en varios volúmenes (White Writing: On the Culture of LettersDoubling the Point. Essays and InterviewsGiving Offense: Essays on Censorship) a multitud de autores, desde Osip Mandelstam y Zbigniew Herbert a Flaubert, Defoe, Dostoievski, Thomas Bernhard, Amos Oz o Naguib Mahfouz.

(Información tomada de la web de Javier Marías)

Juventud es la segunda parte del viaje literario iniciado con Infancia. Ambas novelas presentan tantas similitudes que pueden considerarse como un solo proyecto, nunca una confesión, sino más bien una indagación en la que el autor trata de analizar desde la distancia el germen de su formación como persona y escritor. Se centra en el periodo en que un joven Coetzee, recién licenciado por la Universidad de Ciudad del Cabo, se traslada a Londres huyendo de una compleja situación social, política y también familiar. Sin embargo, no encontrará allí ni rastro de la vida bohemia que había imaginado, todo lo contrario: a cada paso se irá hundiendo un poco más en una espiral de soledad y frustración de la que parece incapaz de escapar.

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