En la próxima sesión que tendrá lugar el 8 de noviembre, comentaremos el libro de Philip Roth: La humillación.
Philip Roth (Newark, New Jersey. 1933-). Escritor representante de la “escuela judia” de la novela norteamericana. Estudió en las universidades de Rutgers, Bucknell y Chicago. Enseñó inglés en las universidades de Chicago y de Iowa. Por su primera obra, Adiós, Colón (1959), un libro de relatos sobre la vida de los judios en Estados Unidos, ganó en 1960 el National Book Award (Premio Nacional del Libro). El relato que da título al libro fue llevado al cine en 1960. Su primera novela, Huida (1962), relata la agonía de un joven catedrático judío que se debate entre la razón y los sentimientos. La novela Cuando ella era buena (1967) se desarrolla en un enterno ajeno a lo judío. La queja de Portnoy (1969), libro muy leído y controvertido que está escrito en forma de autobiografía, relata la vida sexual de Alexander Portnoy a través de su monólogo desde el diván de su psiquiatra. Las novelas El pecho (1972) y La gran novela americana (1974), esta última sobre el deporte del béisbol, suponen un cambio hacia la literatura fantástica, mientras que Mi vida como hombre (1975) señala una vuelta a temas más introspectivos. Las novelas El escritor fantasma (1979), Zuckerman (1981), Contravida (1987) y La mancha humana (2001), relatan la vida y carrera del escritor y protagonista Nathan Zukerman. La obra de Roth se caracteriza por analizar con fino humor las desesperanzas y fantasías de los judios estadounidenses aunque también pinta de una manera sarcástica a la clase media en general.Otros premios recibidos: Pulitzer (1997), Medalla Nacional de las Artes de la Casa Blanca (1998) y Medalla de Oro de Narrativa de la American Academy of Arts and Letters (2002).
La humillación (2010), es una novela corta de aspecto sencillo que puede llevar a engaño. Frente a esas narraciones voluminosas -tan de moda últimamente- que pretenden contarlo todo para apenas decir nada. Philip Roth ha escrito una obra de signo contrario. Simon Axler, el protagonista, importante actor teatral norteamericano, ya sexagenario, ha perdido la confianza y seguridad en si mismo y se enfrenta a todo cuanto le importa en la vida (talento, amor, sexo, esperanza, energía, reputación). Escueta y aparentemente liviana, La Humillación resulta ser una obra exigente que invita a la lectura pausada y reflexiva, y cuya experiencia no está tanto en lo que se relata sino en lo que queda al margen, en sus silencios.
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Philip Roth en El poder de la palabra
Esperamos vuestros comentarios.
2 comentarios
Carmen Domínguez Rodríguez
2 noviembre, 2010, a las 21:30 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
No es casual que la estructura de la novela nos sea presentada en forma de tragedia. Tampoco es casual que su protagonista sea un actor de teatro clásico, ya que para el autor, la vida de su protagonista, es una auténtica tragedia: se queda sin talento y cuando su vida se hunde nadie se preocupa de él. Únicamente su representante le hace una breve visita en su casa. Privado de su facultad de actor tiene que enfrentarse consigo mismo, con lo que ha sido su vida, con la decadencia y la proximidad de la muerte y, entonces, se ve como un desconocido, como un extraño, como “…un hombre cuerdo que interpretaba a un demente. Un hombre estable que interpretaba a un hombre desecho. Un hombre con dominio de sí mismo que era incapaz de dominarse (…), como un hombre que quería vivir interpretando a un hombre que quería morir” p.15. Incapaz de afrontar ese vacio, el protagonista decide recomponer su vida, empezar de nuevo, transformarse y es cuando se produce su enamoramiento de Pegeen Stapleford, que de manera sorpredente, considera la mujer apropiada para realizar esta tarea. A partir del segundo acto la trama deja de ser tragedia para convertirse en un vodevil, en mi opinión, carente de gracia.
Sin embargo, debo de reconocer que la estructura sintáctica me ha parecido muy interesante tanto por el uso de los monodiálogos que dotan al texto de un cierto grado de verosimilitud que nos permite conocer aspectos del protagonista, fundamentales en el desarrollo de la novela, como la manera de dirigirse al lector: “Y si es tan difícil matar a otra persona, alguien de quien tienes todas las razones para querer destruirlo, imagina lo difícil que es matarte a ti mismo.” P.52. En general es un texto ágil, inteligente; sin embargo no estoy muy de acuerdo en que el autor convierta un deseo erótico fuera de lo normal en el hilo conductor de los dos últimos actos. Deseo que os haya gustado y que la sesión sea provechosa. Un abrazo a todos.
Dori Prada Alonso
4 noviembre, 2010, a las 19:15 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
Dejar de ser el actor que era de manera tan precipitada resulta inexplicable. No puede salir a escena, es incapaz de actuar: le humilla tanto como si tuviera que salir desnudo por una calle concurrida de la ciudad. Es un fantástico narcisista que se niega a los consejos constructivos de su agente y se obceca en restaurar su virilidad y su seguridad profesional por medio del deseo erótico y así arrojar el temor de la humillación.
Se nos cuenta algo profundo y serio. Se podría hacer un paralelismo con una historia sobre el sufrimiento y sobre el Eros; sobre el deseo y lo inevitable del deseo; pero me recuerda a otros relatos afines sobre la soledad, el miedo, la edad del hombre… No sorprende su tema y, en parte, va siendo previsible, según mi opinión.
Fácil y entretenida lectura que, a pesar de ser un relato palpitante, no consigue llegar tan adentro como para poder impactar.