En la próxima sesión del club, el lunes 18 de abril (19 h.), comentaremos la novela de Stefan Zweig, Ardiente secreto.
Stefan Zweig (Viena, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942). Considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX, Stefan Zweig nació en la Viena de finales del XIX en el seno de una familia judía acomodada y desde muy joven dio muestras de una vocación literaria que llegaría a convertirlo en uno de los más populares y leídos escritores de la Europa de entreguerras.
Tras finalizar su doctorado en Filosofía, residirá un año en París. Visita después Londres y viaja por diferentes países europeos como España, Italia y Holanda. En estos años aparece su primera novela corta, Ardiente secreto, escrita en los años 1910 y 1911. Visita la India, Norteamérica y Panamá. Durante la primera guerra mundial se exilia a Zurich a causa de sus ideas pacifistas tan presentes en su obra. En 1917, publica un texto dramático de marcado carácter antibelicista, Jeremías. En 1919 vuelve a Austria y fija su residencia en Salzburgo donde permanecerá hasta 1935, año en el que se establece como exiliado en Inglaterra. A poco de estallar la Segunda Guerra Mundial busca refugio al otro lado del Atlántico y llega a Brasil. Convencido de la definitiva destrucción de los valores culturales y espirituales europeos bajo la bota totalitaria del nazismo de Hitler, se quita la vida, junto a su esposa, el 22 de febrero de 1942.
Ardiente secreto: Un joven aristócrata aburrido y hastiado, parte a Semmering de vacaciones donde se siente decepcionado de la sociedad que allí se encuentra. Con el objeto de excitar sus sentidos y encontrar un entretenimiento corteja a una atractiva mujer judia. Matilde, a cuya confianza accede utilizando a su hijo de 12 años, Edgar. Una vez trabada amistad con madre e hijo, el barón se desentiende del niño y concentra su atención en su verdadero interés en la madre desarrollándose una singular relación triangular de amor, entre el barón y la madre; de celos, entre el niño y su madre, y de odio entre el niño y el barón.
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Pedro Lacámara
20 abril, 2016, a las 19:12 pm (UTC 2) Enlace a este comentario
COMENTARIOS DE ARDIENTE SECRETO DE STEFAN ZWEIG (1911, 2004)
-TRAMA y PERSONAJES
Esta novela corta puede verse desde dos perspectivas no muy distintas entre sí: a) como la historia de una seducción, de cómo progresa esa aventura erótica entre en el barón, contemplado como el joven seductor y calculador, siempre dispuesto a la aventura fugaz, y una mujer madura, casada, sensual y también con cierto pasado de juego amoroso pero sin consecuencias hasta el momento presente.
La novela retrata principalmente a la alta burguesía y a la baja aristocracia.
El escenario, un hotel tipo balneario como arquetipo del lugar que se presta a la aventura aunque solamente sea por el tiempo que transcurre muy lentamente y sin apenas acontecimientos y por las grandes dosis de aburrimiento que suele conllevar.
Los dos personajes proclives a esta seducción son muy acertadamente caracterizados desde el comienzo de la narración:
El barón, joven funcionario y de familia aristocrática no muy importante, que viene a pasar una semana de vacaciones: “Si al menos hubiera alguna mujer, alguien con quien mantener un pequeño coqueteo, aunque sea sin consecuencias, algo para poder pasar esta semana sin desesperarme del todo”(p.10-11)
O bien generalizando a ese tipo de seductor o cazador de mujeres: “Siempre cargados de pasión, aunque no se trata de la del enamorado, sino de la del jugador, frío, calculador y peligroso… Para ellos, la experiencia sensual es una fuente que fluye eternamente, alimentando y estimulando su vida” (12-13)
Ella, Mathilde, la madre del niño, perteneciente a la burguesía alta: “Era de una clase de mujer que a él le gustaba mucho, una de esas judías un tanto voluptuosas, rayando en la edad madura, evidentemente también apasionadas, pero con la suficiente experiencia como para saber ocultar su temperamento tras un aire de distinguida melancolía” (13-14)
O respecto al barón: “En realidad el barón no era lo que se dice guapo, tan sólo joven, y con aquel rostro enérgico y juvenil, la piel morena y el pelo corto, se veía muy masculino. Con sus movimientos espontáneos, casi impertinentes, la fascinó.” (42) Y un poco más adelante, añade el narrador de ella: “No era la primera vez que jugaba con fuego, pero esta vez su excitado instinto fue consciente de lo cerca que estaba aquel juego de convertirse en algo más serio. Con espanto descubrió que ya no se encontraba del todo segura, que algo en su interior empezaba a resbalar y que, de manera alarmante, se aproximaba al torbellino” (42)
b) como un triángulo amoroso entre el barón, la madre y su hijo, un niño de 12 años, que ha estado enfermo y que viene a reposar al hotel acompañado de su madre: “De conocidos, a ser amigos. El terceto se puso en marcha” (33)
Primero el niño que casi siempre ha estado solo o con muy pocos amigos y un padre siempre lejano, a los primeros gestos de amistad fingida por parte del barón, se siente muy alagado y quiere al barón para él solo, como un gran amigo. Después ante la seducción del barón con su madre y al observar, primero que el barón lo está utilizando simplemente como estrategia para acercarse a su madre, y segundo en una fase posterior al presentir que tal vez el barón le robe el amor de su madre, pasará a la fase última de intromisión y actitud cruel ante los inicios de esa aventura entre el barón y su madre, en cuyo juego finalmente el niño que al principio era una especie de instrumento de acercamiento, se convertirá en el artífice de la destrucción de esa aventura erótica o sexual entre los dos adultos.
Al mismo tiempo, esos inicios de aventura de su madre con el barón, se van a convertir muy pronto en la lucha del niño por comprender lo que él considera el gran secreto a descubrir, y que al mismo tiempo ese incipiente y luego más extenso presentimiento constituirá, junto con la fuga, su paso de la niñez a lo adulto: “Y le pareció como si viera la realidad por primera vez, como si el velo que cubría las cosas hubiera caído y como si todo ahora se le mostrara: el interior de sus intenciones, el nervio secreto de su actividad …Y le pareció como si allí, donde las montañas se deshacían lentamente en el cielo brumoso, yaciera su propia niñez” (107-108).
La trama, en la recta final de la novela y tras la resolución del conflicto madre y barón, experimenta con la resolución del conflicto último, es decir el de la relación madre e hijo, un plus de emotividad tal que aumenta considerablemente la emoción del lector, especialmente femenino.
-NARRADOR Y NARRACIÓN:
Se trata de un narrador omnisciente, que conoce todo lo que acontece y el interior más profundo de los personajes, que además de ser propio de la época, se adecua perfectamente al objetivo fundamental de la novela: escudriñar el alma humana hasta sus más profundos misterios, pero que en todo caso, y esto hay que subrayarlo, es un narrador que no juzga a sus personajes, lo cual no quiere decir que no los caracterice con sus valores o defectos, como ocurre en el caso del barón presentado como un seductor frío y calculador, o respecto al niño que es capaz de ser cruel al sentirse traicionado por el barón o al temer la pérdida de amor de su madre. Por otra parte, el lenguaje y la técnica narrativa, de una gran precisión descriptiva y en particular adjetival en los que nada resulta superfluo, son también coherentes con la descripción de los sentimientos, emociones o pasiones. Es una narración de una gran belleza estética, que además se caracteriza por una gran carga emotiva.
-TEMAS IMPORTANTES:
Aunque toda la narración gire en torno a la introspección literaria del alma humana, o en términos más actuales, de la mente humana, así como desde otra perspectiva coetánea, el psicoanálisis naciente de Freud que mostrará desde el estudio científico de la mente, los rasgos esenciales y más profundos del ser humano que van desde el subconsciente más primitivo al análisis de los sentimientos y emociones – el deseo sexual o una sexualidad percibida como natural y gratificante, la pasión, los celos, la inhibición o frustración o el complejo de Edipo, entre otros –, podemos resaltar los aspectos siguientes
1.CIERTO COMPLEJO DE EDIPO en el hijo, o digamos, considerado como algo natural y menos acentuado a esas edades: el niño quiere todo el cariño y el amor de su madre para él solo puesto que el padre siempre aparece como lejano, distante y muy severo y que el hijo mismo ha luchado y salido victorioso de la seducción del barón: “Sólo después, muchos años después, reconoció en aquellas mudas lágrimas un voto de la mujer que envejecía, que desde aquel momento no quería pertenecer a nadie más que a él, a su hijo, una renuncia a la aventura, una despedida de todos los deseos propios”121
2.EL DILEMA de la madre, entre lo maternal y lo femenino, o sea entre la madre y la mujer que hay en ella, y que el narrador explicita clara y lúcidamente desde casi los inicios de la narración: “Se encontraba en esa edad decisiva en la que una mujer empieza a lamentar el hecho de haberse mantenido fiel a un marido al que al fin y al cabo nunca ha querido, y en la que el purpúreo crepúsculo de su belleza le concede una última y apremiante elección entre lo maternal y lo femenino. La vida, a la que hace tiempo parece que se le han dado ya todas las respuestas, se convierte una vez más en pregunta, por última vez tiembla la mágica aguja del deseo, oscilando entre la esperanza de una experiencia erótica y la resignación definitiva. Una mujer tiene entonces que decidir entre vivir su propio destino o el de sus hijos, entre comportarse como una mujer o como una madre.” (34-35)
Ya sabemos cómo el narrador resolverá dicho dilema favoreciendo el código “lo maternal” en detrimento del código “lo femenino”, revelando en esa reducción y valoración de la familia, toda la carga ideológica de la narración.
A señalar en consecuencia que el tema de la infidelidad en este caso de la mujer casada, no está descrito bajo ese enfoque sino desde un punto de vista más bien freudiano y al mismo tiempo como un dilema moral, el deber por un lado, y la satisfacción erótica o sexual por otro puesto que, recordemos, que la mujer debió de casarse por conveniencia y no por amor: la mujer-madre se ve en la excluidora tesitura de tener que elegir entre su propio deseo, en este caso sexual, y su deber como madre.
3.LA AVENTURA:
En la novela está muy claro que la aventura erótica o sexual iniciada entre el barón y la madre del niño, se hubiese resuelto favorablemente de no ser por la intromisión y el ataque del niño esa noche última en el hotel. Lo sugieren claramente estos fragmentos de la narración:
“– ¡No, hoy no! No” (89) de la madre que da a entender que en ese momento no pero sí otro día. Y ante el comentario del barón: “– No sea usted cruel. Ha sido usted tan buena esta noche. Y la otra replicaba: – No, no debo. No puedo. Suélteme” (90) Aquí se nota el estado dubitativo de la madre que se debate interiormente entre el deber maternal y/o marital pero que hubiera terminado por ceder de no ser por la intervención del hijo ya que habían pasado de largo la habitación de la madre y se supone que se dirigían a la habitación del barón: “Una vez más oyó a su madre gemir. Ahora más débil, con una resistencia que iba perdiendo las fuerzas… Ahora los ve a los dos en el oscuro pasillo. El barón le ha pasado un brazo a su madre en torno a las caderas y en silencio la aleja de allí. Ella parece haber cedido ya” (90)
También corrobora que iba a aceptar finalmente esa aventura erótica o sexual, la reacción de la madre que se siente totalmente frustrada al no haber podido llevar a cabo dicha aventura: “No quiero volver a hablar acerca de tu comportamiento de ayer. Fue inaudito, y ahora, cuando pienso en ello, me avergüenzo. Tendrás que atenerte a las consecuencias. Ahora sólo quiero decirte que ha sido la última vez que te permito estar solo entre adultos.” (97)
3. EL SECRETO Y SUS INTERPRETACIONES:
a) El secreto está relacionado con el deseo sexual entre el hombre y la mujer: ese secreto del que habla el niño muy a menudo no es la atracción o el amor de los que el narrador evita hablar, intencionadamente – algo que tal vez se le hubiera podido ocurrir al chico que pensara que los dos se atraían y gustaban –, sino claramente el potente DESEO SEXUAL (o la libido freudiana) que ha surgido entre el barón y la madre y que ese contexto abocaría a la culminación o la no inhibición en los dos.
Algo que el niño no puede ni siquiera presentir porque en la mentalidad o ideología en la que se ha criado, está excluido el dejarse llevar por ese deseo sexual o la infidelidad matrimonial: “Ocultan algo. Entre ellos existe algún secreto que no quieren revelarme. Un secreto que debo averiguar a toda costa. Ya lo sé, tiene que ser el mismo que siempre me ocultan cerrando las puertas con llave, ese secreto del que se habla en los libros y en la ópera, cuando hombres y mujeres cantan los unos frente a los otros con los brazos abiertos, se abrazan y se apartan de un empujón. De alguna forma tiene que ser lo mismo que aquello que ocurrió con mi profesora de francés, que se llevó mal con papá y a la que después despidieron” (54-55)
b) El secreto también está relacionado con el paso de la niñez a cierta vida adulta: conocer esa fuerte atracción del sexo o la pasión del sexo en la narración se presenta como la clave de ese paso a lo adulto: “Pero aquí, ¿cuál era el motivo?… Oscuramente se daba cuenta de que aquel misterio era el cerrojo de la niñez, que haberlo conquistado suponía ser un adulto, al fin. Al fin, un hombre. ¡Ah, comprenderlo!” (70-71) Y más adelante vuelve a la misma idea: “Tiene que haber algún sello, que primero hay que romper para descubrirlo, tal vez en mí, tal vez en los demás… Es terrible ser niño, estar lleno de curiosidad y no poder preguntarle a nadie, quedar siempre en ridículo frente a los mayores, como si fuera un tonto o un inútil. Pero me enteraré, presiento que pronto lo sabré. ¡Ya tengo una parte en mis manos, y no desistiré hasta poseerlo por completo” (79-80)
En cierto sentido, el niño, sin poder razonarlo, ha presentido cuál es el secreto: no sólo sería abrazarse o besarse sino el fuego de la pasión o el placer del deseo sexual, puesto que una vez en Baden y antes de llegar a la casa de su abuela, ve gentes abrazadas o cogidas por la cintura como su madre y el barón: “De modo que aquel misterio, enorme, centelleante, funesto, estaba también allí… Juntaron sus rostros. Edgar no podía ver claramente, tan sólo escuchó un gemido que escapaba de los labios de la mujer. El hombre balbucía palabras apasionadas, absurdas. Y un presentimiento impregnó su miedo con un escalofrío de placer… Edgar se estremeció. La sangre volvió a correrle por las venas, más fogosa y más cálida que antes” (112). Aquí existe cierta ambigüedad en la narración ya que ese “escalofrío de placer” que el niño llega a sentir, podría significar cierto despertar sexual ante la pareja que se está besando, o bien el placer de haber presentido en un grado mayor hasta acercarse a la intuición de que el secreto era el placer del deseo sexual.
c) Colateralmente y relacionado con el deseo sexual, la aventura de la madre del niño y el barón – que estuvo a punto de culminar pero que no prosperó por la intromisión del niño, así como por la coherencia semántica de la novela – y el apego del niño al amor de su madre, podríamos hablar también de otro tipo de secreto: el secreto entre el hijo y la madre que se sella al callarse el chico el motivo de su fuga, es decir que su madre estuvo a punto de tener una aventura o un amante, aunque el niño, de haberse dado el caso, llegara a manifestarlo en esos términos.
Así cuando el padre le pregunta por el motivo de su fuga, la madre por detrás del padre le hace señas para que no diga nada y el niño para reconciliarse con su madre y hacer que ella sólo le quiera a él, se calla: “En aquel momento el niño sintió que algo cálido, una dicha inmensa, desbocada, le recorría todo el cuerpo. Comprendió que le pedía que guardara el secreto, que en sus labios de niño tenía un destino. Y le embargó un orgullo salvaje, exultante, por el hecho de que ella confiara en él. Y súbitamente, la disposición al sacrificio, un deseo de aumentar aún más su culpa, para demostrar hasta qué punto ya era un hombre” (118-119).
Ese secreto madre e hijo también forma parte del paso a cierta vida adulta del niño.
-IDEOLOGÍA DE LA NOVELA
Ese pacto de silencio entre el hijo y la madre constituirá la base de la resolución ideológica de la novela, o en otras palabras, sobre ese pacto se apoyará la coherencia de la narración: la madre por amor a su hijo renuncia a una vida sexual más satisfactoria e incluso amorosa con un posible amante puesto que al marido se deduce que sólo le une un matrimonio tal vez de conveniencia: “Se encontraba en esa edad decisiva en la que una mujer empieza a lamentar el hecho de haberse mantenido fiel a un marido al que al fin y al cabo nunca ha querido” (34-35). En otros términos, la ideología de esta narración – en ningún caso hablamos del escritor – es más bien conservadora o si se prefiere presenta una visión del mundo en la que prevalece no la libido y otros referentes freudianos sino el valor de la familia y lo maternal. Por ello, refiriéndose al niño en el momento en que decide callarse delante del padre y por lo que la madre se reconcilia también con el hijo, leemos :“No supo que también le daba las gracias por haberla librado de una aventura estéril, y que con aquel abrazo le transmitía, como una herencia, la carga agridulce del amor para su vida futura.” (121).
Aquí está la carga ideológica de la novela: una crítica de las aventuras extramatrimoniales, la alabanza a la renuncia de lo erótico fuera del matrimonio, y la valoración positiva del amor maternal por encima del deseo propio de la mujer en este caso. Es mejor frustrarse y renunciar a la aventura que dejarse llevar del deseo sexual. Y como señalábamos, a primera vista no podría decirse que la narración sea muy freudiana puesto que para Freud la sexualidad o el deseo propio y no la frustración es algo a priori positivo- hay que recordar al respecto que el psicoanálisis es una de las corrientes de pensamiento que influirán en el feminismo contemporáneo: el derecho de la mujer a disfrutar de su propio cuerpo y de sus deseos propios –, pero en una segunda lectura, podríamos ver la novela precisamente como el reflejo ideológico de gran parte de la burguesía de la época: los valores imperantes giraban en torno a la familia y a la mujer ante todo como madre.
También queda muy bien reflejada la visión humanista del narrador en el sentimiento del niño: “Por primera vez creyó haber entendido la naturaleza humana, que las personas se necesitaban unas a otras, aun cuando les pareciera que eran enemigos, y que es muy dulce sentirse querido por los demás” (120)
CONCLUSIÓN:
Más allá de la intriga de la aventura descrita y del paso del niño a cierta visión más adulta de la vida y de los seres humanos, esta novela se muestra ante todo como una narración del alma humana, de sus sentimientos y emociones más íntimas como el deseo, la pasión, los celos, la posesión del amor del otro, es decir que la novela da la prioridad a ese interior del ser humano y de sus múltiples recovecos.
Y terminaremos con el hermoso final de la propia novela, referido al niño: “Sólo después, muchos años después, reconoció en aquellas mudas lágrimas un voto de la mujer que envejecía, que desde aquel momento no quería pertenecer a nadie más que a él, a su hijo, una renuncia a la aventura, una despedida de todos los deseos propios. No supo que también le daba las gracias por haberla librado de una aventura estéril, y que con aquel abrazo le transmitía, como una herencia, la carga agridulce del amor para su vida futura. Todo esto el niño de entonces no lo comprendió, pero sintió la dicha de ser amado, y que con aquel amor ya estaba inmerso en el gran misterio del mundo” (121)
En resumidas cuentas, el “Ardiente secreto” o el misterio de la vida gira en torno al AMOR.
Zamora, 20 de abril de 2016