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Sesión 9. Club MUCHALETRA: “El cielo es azul, la tierra blanca” de Hiromi Kawakami

La próxima sesión que tendrá lugar el 4 de abril (19 h.) comentaremos la novela de Hiromi Kawakami, El cielo es azul, la tierra blanca.

Hiromi KawakamiHiromi Kawakami (Tokio, 1958)  es una de las escritoras más populares de Japón. Estudió Ciencias Naturales en la Universidad de Ochanomizu y fue profesora de Biología hasta que en 1994 apareció su primera novela (Kamisama). Sus libros han recibido los más reputados premios literarios, que la han convertido en una de las escritoras japonesas más leídas. En 1996 obtuvo el Premio Akutagawa por Tread on a Snake. En 2000 obtuvo el Premio Ito Sei y el Woman Writer’s por Oboreru. En 2001 ganó el prestigioso Premio Tanizaki por la novela El cielo es azul, la tierra blanca (Acantilado, 2009). También se ha traducido al castellano Algo que brilla como el mar (Acantilado, 2010), Abandonarse a la pasión (Acantilado, 2011), El señor Nakano y las mujeres (Acantilado, 2012), Manazuru (Acantilado, 2013) y Vidas frágiles, noches oscuras (Acantilado, 2015).

El cielo es azul, la tierra blanca Tsukiko tiene 38 años y lleva una vida solitaria. Considera que no está dotada para el amor. Hasta que un día encuentra en una taberna a su viejo maestro de japonés. Entre ambos se establece un pacto tácito para compartir la soledad. Escogen la misma comida, buscan la compañía del otro y les cuesta separarse, aunque a veces intenten escapar el uno del otro: el maestro, en el recuerdo de la mujer que un día lo abandonó; Tsukiko, en un antiguo compañero de clase. Con una prosa sensual y despojada, Kawakami nos cuenta una historia de amor muy especial: el acercamiento sutil de dos amantes, con toda su íntima belleza, ternura y profundidad. Todo un descubrimiento literario.

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1 comentario

  1. Pedro Lacámara

    COMENTARIOS DE “EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA BLANCA” DE H. KAWAKAMI (2009)
    -Estructura de la novela: la novela está organizada en torno a la historia de dos protagonistas, Tsukiko y su antiguo maestro, y tiene como voz narradora a Tsukiko. La narración consta de 17 capítulos, titulados, que son pequeños episodios que giran en torno a la estación del tiempo en la que van viviendo la relación, el otoño (“Cogiendo setas”) o la primavera (“Cerezos en flor”), o la naturaleza (“Veintidós estrellas”), percibida casi siempre como de una gran belleza pero dotada también de un gran poderío (los tifones a los que alude el maestro), pero intercalando también otro tipo de episodio espiritual (“Almas” o “Un sueño”) o simbólico (“El maletín del maestro”), el cual no sólo cierra la novela sino que corresponde al título original en japonés, lo cual tiene sin duda gran relevancia.
    Los diecisiete episodios de que consta la novela corresponderían a la composición de un haiku, que es una de las formas tradicionales de la poesía japonesa, y que solía constar de diecisiete “moras” que en la poesía occidental equivalen a otras tantas sílabas. Lo cual pretendería mostrar la novela como un canto poético al amor y a la vida, aunque ambos aspectos sean percibidos como breves o pasajeros.
    La narración está escrita con un lenguaje sencillo, compuesto de frases cortas, sobre todo yuxtapuestas – una de ellas incluso está escrita con sólo adjetivos yuxtapuestos: “Divertida. Dolorosa. Agradable. Dulce. Amarga. Salada. Cosquillosa. Picante. Fría. Caliente. Tibia” (p.179) que tan pronto refieren al estado de ánimo de Tsukiko como a la comida o a la bebida –, pero también de muchos pequeños diálogos, algunos de ellos en apariencia insignificantes pero de gran carga emotiva. Toda la narración pretende provocar emociones más que hacer reflexionar, sugerir sentimientos más que analizar pasiones. En ese sentido, la novela se puede caracterizar como una narración que sugiere más que dice, que hace sentir más que analiza los sentimientos o emociones que van sintiendo los personajes, de tal modo que a través de la contención en la descripción de las emociones o de la sensibilidad, típicas de la narrativa japonesa, se puede destacar la gran importancia de ese “entre líneas” a través de las cuales hay que vislumbrar tanto a los personajes y sus emociones, como al contexto japonés o la escueta historia, todo lo cual da a la novela cierto tono de irrealidad o de fuera del tiempo, que sería otro modo de mostrar, sin analizar, esa atmósfera de intemporalidad o de brevedad de la existencia humana.
    Es también una narración llena de contrastes: delicada y dulce pero por momentos dura, de risas y alegría pero también de lágrimas y dolor, aunque todo ello tamizado de contención narrativa.
    En cualquier caso, lo esencial de la novela está en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, algo muy femenino por otra parte y que corresponde a la visión de la narradora, que es una mujer y en parte los ojos de la escritora.
    -Trama y personajes de la novela: igualmente de gran sencillez en apariencia, la historia gira en torno a los dos protagonistas, Tsukiko, soltera, de treinta y ocho años, y su antiguo profesor, Harutsuna, viudo y ya jubilado y al que ella llamará siempre “Maestro”, no porque ella haya olvidado su nombre sino sobre todo por la carga significativa que el concepto de profesor conlleva en la novela. Son dos personajes solitarios, que coinciden o se juntan por azar en una taberna – aunque beber y comer en una taberna implica cierta necesidad social mínima – y sin pretenderlo, entre ellos, irá surgiendo el amor a pesar de la gran diferencia de edad que los separa, una treintena de años, por el contacto o necesidad que se establece entre los dos y también por lo que son cada uno de ellos, el maestro por su cultura pero también por su sabiduría de la vida, Tsukiko por ser una persona muy desorientada y por ello tal vez muy indecisa.
    En esa relación, de entrada muy asimétrica, el maestro va abriendo los ojos a Tsukiko y sensibilizándola a la cultura de la poesía, pero también a la belleza de la naturaleza así como a ciertos placeres gastronómicos más refinados, y ella lo aceptando sin apenas darse cuenta del camino que va a recorrer, con muchas intermitencias, ambos personajes. Es una relación amistosa y amorosa que se cocina a baja temperatura.
    Es una historia de amor nada convencional, no sólo por la edad que separa al maestro de su antigua alumna, sino sobre todo por la manera tan sutil y delicada de ir marcando ese paulatino acercamiento espiritual, sus declaraciones mutuas de enamoramiento y amor y que se complementa, o culmina, con ese momento carnal en el que “Sin mediar palabra, nos dejamos caer en el futón. Hicimos el amor por primera vez, apasionadamente” (210). La contención narrativa va a la par de la emocional, y un gran pudor erótico o sexual que se lee entre líneas, supera con creces lo que el lenguaje verbal dice.
    Por otro lado, esa relación entre los dos personajes está impregnada de cierta relevancia en la novela por lo que ambos representan: el maestro, con su cultura como profesor pero también por su sabiduría de la vida, representaría una gran parte de la tradición japonesa: la cultura, la sabiduría, la sensibilidad, la buena educación y los finos modales o la delicadeza, pero también cierta rigidez como comportamiento social. Es significativo al respecto que el maestro haya sido profesor de japonés. Tsukiko, mucho más joven, representaría más bien ciertos aspectos de la modernidad nipona: cierta rebeldía ante la tradición, una falta de cultura o de sensibilidad a los llamados valores tradicionales como la poesía, modales bruscos, pero también goza de una mayor libertad individual que a Tsukiko le permite entrar en los bares sola o viajar. La novela destila al respecto cierta dosis de nostalgia.
    Por otra parte, es quizá esa diferencia de sabiduría y de sensibilidad tradicional la que durante cierto tiempo los separa a los dos: Tsukiko en un momento determinado dice: “No me separaba la edad, ni tampoco el espacio, pero entre el maestro y yo había una distancia insalvable” (109). Pero el maestro, con su percepción profunda de las personas y de las cosas, y con su pedagogía, se las arreglará para ir modificando la visión y la sensibilidad de Tsukiko porque en cierto sentido, el maestro ya se sentía atraído por ella desde que la tuvo en clase de japonés, de ahí el que se acordara aún de su nombre y apellido, la primera vez que se encuentran en la taberna y le habla.
    Esos valores que el maestro detenta son los que harán que Tsukiko se sienta más cerca del profesor mayor que de sus amigos de su misma edad: “Nos separaban treinta años, pero con él me sentía más a gusto que con algunos amigos de mi edad (9). Además, como ella confesará “Nunca me he llevado muy bien con el tiempo” (129-130).
    Finalmente, toda la novela a través de la historia y de sus protagonistas muestra una sensibilidad a flor de piel, grandes dosis de dulzura, ternura y emoción, contenidas, así como una gran delicadeza en un movimiento in crescendo sobre todo a partir de la segunda mitad de la novela hasta un final, en cierto modo, inesperado, sobre el que recaerá gran parte de la significación de esta novela a media luz.
    -Temas de la novela: la historia de amor pero también otros temas significativos como la belleza de la naturaleza – incluido su poderío –, o la soledad de los protagonistas o el tema doloroso de la ausencia de un ser querido. También se abordan indirectamente ciertos cambios acontecidos en la sociedad japonesa, cierta nostalgia del pasado y sus tradiciones o el paso implacable del tiempo. También el disfrutar de la naturaleza y sus estaciones, así como de ciertos placeres de la existencia como pueden ser salir de la ciudad al campo o la gastronomía; todo ello entremezclado y narrado con grandes dosis de dulzura y sutileza. En otras palabras, la novela más allá de la historia de amor, deja entrever toda una forma de ver la vida desde la delicadeza de los sentimientos nobles hasta una poesía de la vida, todo ello pasando como de puntillas por la sensibilidad y la suavidad del trato y el respeto hacia los demás seres humanos.
    -Otras Interpretaciones de la novela:
    .una de ellas es sin duda la que se deriva de la historia de amor y que servirá de metáfora para el título en español de la novela “El cielo es azul, la tierra blanca”: se trata de la tercera estrofa de una canción de invierno Tsukiko canta para luchar contra su soledad, pero que no deja de ser una canción alegre y poética que viene a significar que la novela es una historia de amor globalmente alegre y positiva aunque no rosa: esos dulces y bellos años de amor y disfrute de la vida del maestro y Tsukiko antes de la desaparición del maestro con su muerte.
    .la otra interpretación gira en torno al maletín del maestro que es otro símbolo de la novela: como dijimos es el título original de la novela, ese maletín que el maestro siempre llevaba consigo a todas partes y que al final de la novela descubrimos que el maestro se lo deja en su testamento escrito a Tsukiko y que el hijo del maestro le entrega dándole las gracias por todo lo que ha hecho por su padre, provocando en Tsukiko un enorme llanto por el poco tiempo que había pasado con el maestro. Ese maletín se convierte también en el final, inesperado, de la novela: el maletín vacío como legado del maestro a Tsukiko.
    Por lo tanto varias interpretaciones atribuibles al maletín del maestro son posibles en la novela:
    a) el maletín del maestro significaría por un lado todo lo que el maestro representaba para el Japón actual y que era al mismo tiempo todo lo que el maestro había transmitido en vida a Tsukiko, revelándose finalmente como la fuente del amor que los había unido: unos valores, inmateriales, relacionados con la tradición cultural, la sensibilidad a la poesía y a la belleza de la naturaleza, una sabiduría de la vida cotidiana de la que formaban parte los delicados modales, el respeto a los demás, la delicadeza o la emoción contenida entre otros muchos.
    b) el maletín representaría por otro lado, al no contener absolutamente nada en su interior, ese vacío individual que correspondería al sentimiento de una gran pérdida por la ausencia o muerte del maestro en la vida de Tsukiko.
    c) finalmente, ese símbolo del maletín vacío podría significar también la vacuidad de la vida humana, la temporalidad o brevedad de la existencia individual provocada por la muerte que la acecha día a día, o incluso tal vez, significar la nada más absoluta después de la muerte.
    En cualquier caso, el maletín vacío es un gran hallazgo simbólico y por ello, con gran coherencia semántica, la novela termina con la frase lapidaria siguiente: “En noches como ésta, abro el maletín del maestro. En su interior no hay nada, sólo un vacío que se extiende. Un enorme espacio vacío que crece sin parar”(211).
    Zamora, 6 de abril de 2016

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