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Sesión 2. Club ARTEMISA: “Madame Bovary” de Gustave Flaubert

En la próxima sesión del club, lunes 5 de noviembre de 2018, a las 11 h., comentaremos el libro de Gustave Flaubert, Madame Bovary.

Gustave FlaubertAcordarse de ese baile fue, pues, una ocupación para Emma. Cada vez que volvía a ser miércoles, se decía, al despertarse: «¡Ay, allí estaba yo hace ocho días… hace quince días… hace tres semanas». Y poco a poco, las caras se le fueron confundiendo en la memoria, se le olvidó la música de las contradanzas, dejó de ver con la misma claridad las libreas y los aposentos; algunos detalles se le fueron, pero le quedó la añoranza.

(Madame Bovary. Primera parte, Cap. VIII)

 

 

 

Gustave Flaubert (1821-1880) : escritor francés que se incluye en los movimientos realista y naturalista que imperan en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Hijo de un médico, su precoz pasión por la literatura queda patente en la pequeña revista literaria Colibrí, que redactaba íntegramente mientras cursaba sus estudios en el Liceo de Rouen, y en la que de una manera un tanto difusa pero sorprendente se reconocen los temas que desarrollaría el escritor adulto. Estudió derecho en París y, tras sufrir graves trastornos nerviosos, se retira a su finca de Croisset, en 1844, donde pasará toda su vida entregado a su labor de escritor, excepto durante sus viajes. Uno de ellos, quizás el más importante (1849-1851), a Egipto, Asia Menor, Turquía, Grecia e Italia le serviría más adelante para su novela Salambó. Los viajes desempeñaron un papel importante en su aprendizaje como novelista, dado el valor que concedía a la observación de la realidad. Flaubert no dejaba nada en sus obras a merced de la pura inspiración, antes bien, trabajaba con empeño y precisión el estilo de su prosa, desterrando cualquier lirismo, no deseaba nada que no fuera real; ahora bien, esa realidad no debía traslucir la experiencia personal, ni las opiniones propias.

Su firme voluntad de permanecer oculto en el texto, explica el esfuerzo enorme de preparación que le supuso cada una de sus obras (no consideró publicable La tentación de san Antonio, 1874, hasta haberla reescrito tres veces). Las profundas investigaciones eruditas que llevó a cabo para escribir su novela Salambó (1862) tuvieron que ser completadas con otro viaje al norte de África. Su primera gran novela publicada, y para muchos su obra maestra, es Madame Bovary (1856), cuya protagonista, una mujer mal casada que es víctima de sus propios sueños románticos, representa, a pesar de su propia mediocridad, toda la frustración que, según Flaubert, había producido el siglo XIX, siglo que él odiaba por identificarlo con la mezquindad y la estupidez que a su juicio caracterizaba a la burguesía.

De esa misma sátira de su tiempo participa toda su producción, incluido un brillante, aunque inacabado, Diccionario de los lugares comunes. La publicación de Madame Bovary, que supuso su rápida consagración literaria, le creó también serios problemas. Atacado por los moralistas, que condenaban el trato que daba al tema del adulterio, fue incluso sometido a juicio del que salió absuelto. Su siguiente gran obra, La educación sentimental (1869), fue, en cambio, la más cercana a su propia experiencia, pues se proponía describir las esperanzas y decepciones de la generación de la revolución de 1848. Su última gran obra, Bouvard y Pécuchet (1881) que quedaría inconclusa a su muerte, es una sátira a la vez terrible y tierna del ideal de conocimiento de la Ilustración. La abundancia de los trabajos que posteriormente se han dedicado a Gustave Flaubert, y en particular a su estilo, confirma el papel central que desempeñó en la evolución del género novelístico hasta la mitad del siglo XX.

Madame Bovary se publicó por entregas en La Revue de Paris desde el 1 de octubre de 1856 hasta el 15 de diciembre del mismo año; en forma de libro, en 1857. Madame Bovary, constituye uno de los puntos de referencia para el movimiento del realismo literario. No obstante, la historia también se halla estrechamente unida a lo que se conoció como la novela alegórica dado que, más que una novela de romance que terminará en el suicidio de su protagonista, es también una crítica a la sociedad burguesa del siglo XIX.

Dividida en tres partes, con una increíble agudeza literaria, su autor nos muestra su punto de vista sobre la vida de la sociedad de alto rango en la Francia del temprano siglo XIX, al casar al personaje principal con alguien que nada le ofrece más que exhibirla como si fuese un trofeo y al encontrar en un estudiante de leyes, con quien tendrá una cruel y triste historia, lo que siempre buscó, pero que al final, no la llevará a nada más que a su muerte. Madame Bovary, es más que una novela, un retrato fiel y un paradigma para la literatura realista y universal y para la filosofía francesa de los siglos XIX a XXI.

«Madame Bovary soy yo» respondía Flaubert cuando le preguntaron por la identidad de ese personaje tan asombrosamente vivo. Y a medida que vas leyendo la novela y que te vas relacionando con su protagonista, puedes caer en la cuenta de que también tú eres Emma. Todos pueden serlo. Su verdadero mal es que está enamorada del amor: de un amor por encima de todos los amores, de un deseo por encima de todos los deseos. Su fulminante ideal la ciega, y no ve a su marido, que al final parece aquejado por la misma enfermedad que su esposa. La muerte de Madame Bovary es la muerte del sueño romántico.

La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary es un ensayo de Mario Vargas Llosa que examina Madame Bovary, como la primera novela moderna. Según Vargas Llosa, la primera parte del libro tiene un tono autobiográfico, mientras que la segunda comprende un análisis exhaustivo de la estructura y el significado de la novela. La última parte del libro establece la relación entre la obra de Flaubert y la historia y el crecimiento del género más representativo de la literatura moderna: la novela.