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Sesión 8. Club MUCHALETRA: “Las pequeñas virtudes” de Natalia Ginzburg

En la próxima sesión del club, lunes 11 de febrero, a las 19 h., comentaremos el libro de Natalia Ginzburg, Las pequeñas virtudes.

Natalia Ginzburg

A él le gustan el teatro, la pintura y la música, sobre todo la música. Yo no entiendo nada de música, me importa muy poco la pintura y en el teatro me aburro. Hay una sola cosa en el mundo que me gusta y entiendo: la poesía.

A él le gustan los museos, y yo los visito con esfuerzo, con una desagradable sensación de obligación y fatiga. A él le gustan las bibliotecas, y yo las odio.

(El y yo. En: Las pequeñas virtudes)

 

Natalia Ginzburg (Palermo, Sicilia, 1916 – Roma, 1991). Novelista, ensayista, autora teatral, traductora y colaboradora asidua en numerosos periódicos y revistas, está considerada una de las voces más singulares de la literatura italiana del siglo XX. Nacida en el seno de una familia culta y acomodada, vivió y sufrió los años de la II Guerra Mundial. Primero fue el destierrro y, a su vuelta a Roma, la pérdida de su primer marido, cofundador de la prestigiosa editorial italiana Einaudi, Leone Ginzburg, muerto en prisión en 1944. Su compromiso político la llevaría, en los últimos años de su vida, a ocupar un escaño por el Partido Comunista en el parlamento italino.

Desde la publicación de su primera narración, en el año 1934, cultivó casi todos los géneros. Así, en su bibliografía podemos encontrar obras teatrales como Pueblo de mar(1973); ensayos: Las pequeñas virtudes (1962) o Nunca me preguntes (1970); libros de narrativa: El camino que va a la ciudad (1942), Las palabras de la noche (1961) o Querido Miguel (1973) y libros de memorias como Léxico familiar (1963). Ginzburg es también autora de una biografía del escritor Antón Chéjov y traductora de Proust, Maupassant y Flaubert al italiano.

A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Las pequeñas virtudesrecoge once artículos que Natalia Ginzburg publicó en diferentes períódicos y revistas italianos entre 1944 y 1962. Los temas son de lo más diverso: el oficio de escribir; la figura y el recuerdo de Cesare Pavese, amigo de la autora; las relaciones humanas; la guerra y el destierro de su familia en los Abruzzos; la educación de los hijos… Sobre todos ellos, Natalia Ginzburg aplica su particular mirada, libre de retórica, personal e íntima, pero sin sentimentalismo. Textos breves de lectura amena, sin palabras altisonantes ni rebuscadas que, bajo su aparente sencillez, esconden una lección de humanidad y nos mueven a la reflexión.

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