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Sesión 7. Club MUCHALETRA: “La fórmula preferida del profesor” de Yoko Ogawa

En la próxima sesión del club, el lunes 28 de enero, a las 19 h., comentaremos el libro de Yoko Ogawa, La fórmula preferida del profesor.

Sin títuloMira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores de 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes sólo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso…!

(La fórmula preferida del profesor)

 

 

Yoko Ogawa: nació el 30 de marzo de 1962 en Okayama y se graduó en la Universidad Waseda de Tokio. Actualmente vive en Kurashiki, con su marido y su hijo. Desde 1986 ha publicado numerosas obras de ficción y no ficción. Con su primera novela, Cuando la mariposa se descompone, de 1988, obtiene el premio Kaien. En 1991 consigue el premio Akutagawa por El embarazo de mi hermana. Su novela La fórmula preferida del profesor, publicada en 2003 ha obtenido varios premios y ha sido adaptada al cine. En el año 2006 escribió Una introducción a las matemáticas más elegantes del mundo con el matemático Masahiko Fujiwara, como un diálogo sobre la extraordinaria belleza de los números. Ese mismo año recibe el premio Tanizaki por La marcha de Mina.

La fórmula preferida del profesor: Una joven asistenta, madre soltera de un muchacho de diez años, es contratada para servir a un viejo profesor de matemáticas que, por culpa de un accidente automovilístico, sufre una rara alteración de la memoria. Sus recuerdos se pararon en 1975 y nada de lo que le ocurre después de esa fecha es capaz de retenerlo en su mente más de ochenta minutos. Para compensar esta situación, se escribe breves notas que engancha con imperdibles a su chaqueta. Estas y otras rarezas del anciano son aceptadas con delicadeza por la joven. Poco a poco, entre ellos se irá forjando una amistad que desborda los límites profesionales. El acercamiento entre ambos se lleva a cabo por su amor hacia las matemáticas, pero, fundamentalmente a través del hijo de la asistenta, a quien el profesor llama Root (raíz cuadrada) por la forma de su cabeza. Mientras el profesor comparte con Root y su madre sus conocimientos matemáticos, ellos le ofrecerán un trato como hacía tiempo no recibía…

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1 comentario

  1. Cristina Calvo Toribio

    ATENCIÓN: Este comentario implica un resumen completo del libro, por lo que recomiendo no leerlo antes de haber leído la novela. De no ser así, quedaría descubierta toda la trama.

    LA FÓRMULA PREFERIDA DEL PROFESOR (YOKO OGAWA)

    Deliciosa novela que hila sutilmente números y letras. Personajes principales muy bien dibujados, a pesar de lo cual su individualidad parece carecer de importancia, pues en ningún momento se mencionan sus nombres reales, lo cual aparenta indicar que no solo ellos, sino cualquiera, puede colocarse en el acercamiento a la belleza de una ciencia a veces tan lejana como las matemáticas. Belleza que está en la esencia misma de este libro.
    Una humilde asistenta y su hijo conocen a “El Profesor”, hombre mayor que, a causa de un accidente, dejó su memoria aparcada en 1.975, y en el presente solo es capaz de recordar lo que ocurre en los últimos 80 minutos de su vida. Esto dificulta su cuidado, pero finalmente llega a él la asistenta narradora de la novela y, enseguida, se establece un vínculo profundo, como indican los números de la fecha de nacimiento de la sirvienta y el grabado en el reloj del profesor: 220 y 284, dos números amigos. La conexión se extiende al hijo de ella, apodado cariñosamente “Root” (raíz cuadrada en inglés) por el profesor, dada la característica forma de su cabeza. Lo trata con una gran ternura, a él y a todos los niños, puesto que pareciese que “los niños eran los átomos necesarios e imprescindibles para nosotros, los adultos”. A pesar de volver a tener que “conocerlo” cada día por su falta de memoria, parece quererlo tanto como ama el profesor a los números primos.
    Reconozco que suelo fijarme especialmente en los personajes secundarios, que de manera sutil hacen avanzar la trama. Pero en esta ocasión me ha entusiasmado la figura del profesor. Un cerebro brillante enamorado de las matemáticas y a la vez tan frágil como para no recordar más allá de 80 minutos atrás. Todo ello dentro de un cuerpo vestido con americanas de las que cuelgan notas para ayudarle a recordar lo más imprescindible. Allí, en su americana, están Root y su madre, bien a la vista. Y, sin embargo, escondida con esmero en una caja de cromos de béisbol, una tesis dedicada “a N, a quien amaré eternamente. De alguien a quien no olvidarás”, junto a una foto de su cuñada. ¿Implica esto algún secreto oscuro entre cuñada y profesor? Solo la escritora lo sabe, pues no queda resuelto en la novela y, en cualquier caso, es algo a lo que no parece prestársele demasiada atención. Lo que sí es incontestable es la pasión del profesor por las matemáticas. Y también por el béisbol, lo cual llama la atención en alguien tan encerrado en sí mismo y en los números. Quizá aquí, en el tema del béisbol, es donde la novela se me ha hecho más pesada, con tantos datos sobre los equipos y jugadores de este deporte. Pero también tiene su razón de ser, y es que, de hecho, el profesor pasa los últimos momentos de su vida con el cromo del jugador Enatsu colgado constantemente de su cuello, cromo que prácticamente lo identifica y que le regalaron la sirvienta y su hijo Root cuando éste celebró su cumpleaños número 11, uno de los números primos que tanto ama el profesor, como ama también el número 28 que siempre llevó a la espalda Enatsu en el equipo favorito de Root, los Tigers. 28: un número perfecto.
    En suma, una novela bien entretejida con personajes amables y cercanos, todo ello a pesar de un argumento un tanto peculiar: un cerebro sin memoria pero que es capaz de amar incondicionalmente a los números, los niños y a una tal “N”.
    Sin duda, una novela para recomendar.

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