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Sesión 6. Club ARTEMISA: La señora Dalloway, de Virginia WOOLF

En la próxima sesión que tendrá lugar el 24 de enero (11:00), comentaremos el libro de Virginia Woolf: La señora Dalloway.

Virginia Woolf, hija del conocido hombre de letras Sir Leslie Stephen, nace en Londres el  25 de enero de 1882. Creció en un ambiente frecuentado por artistas e intelectuales. Tras el fallecimiento de su padre, Virginia y su hermana Vanesa dejan el elegante barrio de Kensington y se trasladan a Bloomsbury, que ha dado nombre al brillante grupo formado por las hermanas Stephen. En 1912, cuando tenía treinta años, se casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores como Katherine Mansfield, T.S. Eliot o Sigmund Freud.

Solo con la publicación de la Señora Dalloway y Alfaro los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria. Alternando con prodigiosa maestría la captación del presente real con la evocación retrospectiva del pasado, Virginia Woolf narra en La señora Dalloway la historia de una mujer, Clarissa Dalloway, a través del relato de un día de su vida en Londres. A partir de las impresiones, sentimientos y recuerdos de los protagonistas, la exquisita sensibilidad de la autora traza la elegía otoñal y nostálgica de un alma femenina que evoca, desde la plenitud de una existencia colmada, las ilusiones y deseos de una juventud perdida.

Influida por la filosofía de Henri Bergson, experimentó con gran maestría la utilización del tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo.  Así, Orlando constituye una fantasía libre, basada en algunos pasajes de la vida de Vita Sackville-West, amiga y también escritora, en la que la protagonista vive cinco siglos de la historia inglesa. En Las Olas presenta el “flujo de conciencia” de seis personajes distintos, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional.

Escribió también una serie de ensayos que giran en torno a la condición de la mujer, en los que destaca la construcción social de la identidad femenina y reivindica el papel de la mujer escritora, como en Una habitación propia. Destacó a su vez como crítica literaria, y fue autora de dos biografías: una divertida recreación de la vida de los Browning a través de los ojos de su perro (Flush) y otra sobre el crítico Robert Fry (Fry). En uno de los accesos de una enfermedad mental que había obligado a ingresarla en varias ocasiones a lo largo de su vida, el 28 de marzo de 1942 desapareció de su casa de campo y  días después su cuerpo fue hallado en el río Ouse. 

+ Información
La autora en una grabación para BBC, en el blog A tres pistas

Esperamos vuestros comentarios.

3 comentarios

  1. Dori Prada Alonso

    La Sra. Dalloway, perfecta anfitriona, una “desviada” dama de alcurnia, me ha parecido una excelente historia en la que se me hace interesante el análisis de pensamiento y la conciencia filosófica.Excelente y extraña.
    Este libro puede se pesado si no se tiene mucho hábito en este tipo de lectura, pero al mismo tiempo me lleva a buscar otras obras de la autora pues el estilo me gusta.

  2. Raquel Ibáñez Pascual

    Hola a todos.
    Siento no haber ido a la reunión pero no he podido.
    Aún así mi opinión sobre el libro es muy buena. Estoy en la línea de Dori. Al principio me resultó farragoso con tanto nombre sin explicar, tanta enumeración de calles londinenses (como se nota la época del imperio inglés), incluso creí ver trastorno mental por lo desordenado y caótico que veía todo (después leí que lo había padecido); pero a partir de cómo analiza a la casada italiana entré en el libro, éste se hizo más claro y debo reconocer que he “paladeado” su lectura, me han gustado mucho esos pequeños análisis de instantes, la introspección psicológica de los personajes, su escasa convencionalidad cuando cuenta una historia tan convencional (una fiesta de sociedad). Bueno, en fin, muchos cosas que me imagina habrán salido en la lectura.
    Nos vemos en la próxima reunión.

  3. Carmen Domínguez Rodríguez

    Hemos tenido una sesión reducida en cuanto al número de asistentes; sin embargo, el resultado ha sido muy positivo. El número de personas que asistió estuvieron de acuerdo en señalar que les había gustado la obra a pesar de la dificultad que entraña su lectura. A pesar de ello, el hecho de incorporar al análisis la película de Las Horas, hizo que la comprensión del pensamiento de la autora fuera más fácil de asimilar. Dado la duración de la película y por el bien de la presentación, optamos por dividir la sesión en dos días. Con ello logramos profundizar, tanto en los personajes como en el uso, de esa técnica puesta de moda por Virginia Woolf, del uso del monólogo interior indirecto, que se hace presente en toda la obra. La visión de la película nos hizo detectar detalles que en la novela pudieran pasar un poco desapercibidos. Me refiero al protagonismo que aporta la película en torno a la figura de Richard- Septimus en la novela- durante el periodo de su infancia. El análisis minucioso, detallista en torno a la figura de su madre durante toda la película, pone de relieve la importancia que para él tuvo ese periodo de su vida. Su mirada, sus silencios, su intuición, incluso su complicidad, hacen que, a pesar de ser un niño de tan pocos años, sepa, cuando la situación lo requiere, desaparecer del campo de visión de su madre para no estorbar con su presencia.
    En mi opinión, el estilo y las imágenes, hasta ese momento, más propios de la poesía, y el uso del tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, como en su relación con el tiempo histórico presentado en la novela, hacen de esta novela una de mis preferidas.
    A través del complicado manejo de la voz narrativa, nos expresa cómo el carácter de Clarisa o de Septimus va aflorando y constituyéndose en distintas voces y ecos, en que la acústica es fundamental. La voz narrativa no se limita a narrar lo que cada personaje se dice a sí mismo, sino que interviene y decide. Se crea así una serie de monólogos narrativos que actúan como si de vasos comunicantes se trataran entre el personaje de Clarisa y el de Septimus, regulando, así, los discursos individuales de los dos personajes protagonistas.

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