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Sesión 6. Club MUCHALETRA: “El último encuentro” de Sándor Márai

Sándor MáraiEn la próxima sesión que tendrá lugar el lunes 3 de febrero (19:15 h.), comentaremos el libro del escritor Sándor Márai, El último encuentro.

Sándor Márai: nació el 11 de abril de 1900 en Kassa, una pequeña ciudad húngara hoy llamada Kosice y perteneciente a Eslovaquia. En 1928 se instaló en Budapest donde comienza el periodo más fructífero de su vida, en el que publica sus mejores obras, periodo que termina con la destrucción de su casa durante la guerra y el abandono definitivo de su país en 1948 con la llegada del régimen comunista. Después de residir en Suiza y en Italia, en 1952 emigró a Estados Unidos, donde en 1957 obtuvo la nacionalidad norteamericana. Sus novelas El último encuentro, La herencia de Eszter, Divorcio en Buda, El amante de Bolzano y La mujer justa, así como su autobiografía Confesiones de un burgués (todas en Salamandra), han cautivado a un público variado. Son obras de estructuras similares -extensas conversaciones y largos monólogos-, densas y cuajadas de pensamientos brillantes; teatrales, “psicológicas”, de escasa acción y peripecia, y hasta de tono melodramático y sentimental. En 1989, poco antes de la caída del muro de Berlín, Sándor Márai se disparó un tiro en la cabeza en cuanto supo que ya sólo podría seguir viviendo ingresado en un hospital y dependiente del cuidado de otras personas.

El último encuentro: La búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte ético imprescindible para sobrellevar el transcurso de una vida, está en el centro de esta novela. Dos hombres mayores, que de jóvenes habían sido amigos inseparables, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Uno ha pasado mucho tiempo en Extremo Oriente, el otro, en cambio, ha permanecido en su propiedad. Pero ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer. La tensión aumenta, línea tras línea, hasta que se hace casi insoportable, pero la prosa continúa, implacable, precisa, fiel reflejo del empeño de los protagonistas por hurgar hasta en lo más recóndito de sus almas, allí donde se encuentran esas verdades cuyo descubrimiento provoca, al mismo tiempo, un insoslayable dolor y un incontenible impulso vital.

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