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Sesión 3. Club ARTEMISA: “Pequeño país” de Gaël Faye

 

En la próxima sesión del club, lunes 12 de noviembre de 2018, a las 11 h., comentaremos el libro de Gaël Faye, Pequeño país.

Gaël FayeEste regreso me obsesiona. No hay día en que el país no me venga a la memoria. Un ruido furtivo, un olor difuso, una luz en  la tarde, un gesto, a veces un silencio basata para despertar el recuerdo de la infancia. “Allí no vas a encontrar nada, aparte de fantasmas y un montón de ruinas”, no deja de repetirme Ana, que no quiere volver a oír hablar de ese “maldito país”.

(Pequeño país)

 

 

Gaël Faye (Buyumbura, Burundi, 1982), de madre ruandesa y padre francés, se trasladó a Francia en 1995, huyendo de su país natal debido a la guerra civil burundesa y al genocidio tutsi de Ruanda. Tras obtener un máster en finanzas, abandonó el mundo de la economía para dedicarse plenamente a la escritura y la música. De vuelta en Francia, siguió con su carrera de compositor y rapero. Su trayectoria musical culminó con la publicación de un álbum con el grupo Milk Coffee & Sugar en el año 2009. En 2013 apareció Pili Pili sur un croissant au beurre, su primer disco en solitario, y en 2014 recibió el premio musical de la Académie Charles-Cros. Pequeño país, su primera novela, ha sido un éxito en Francia, donde ha recibido galardones tan importantes como el Prix du roman FNAC 2016 y el premio Goncourt des Lycéens 2016. Los derechos de traducción se han vendido a veintinueve idiomas.

Pequeño país: hijo de una ruandesa tutsi y un empresario francés instalado en Burundi, Gaby tiene diez años y se pasa el día con su panda de amigos en las calles de Buyumbura, un escenario propicio a todo tipo de aventuras: robar mangos en los jardines del barrio, fumar a escondidas, descubrir la pasión por los libros en la casa de una extravagante vecina y bañarse en el río al atardecer. Un paraíso que empieza a resquebrajarse con la separación de sus padres y luego se rompe en mil pedazos con la irrupción de la guerra, que provoca una marea incontenible de odio y violencia que lo impregna todo y obliga a Gabriel y su hermana a marcharse a Francia.

Dos décadas después, aquel niño convertido en hombre regresa a su pequeño país y rememora los tiempos felices: el perfume de los árboles frutales y las plantas aromáticas, los paseos vespertinos entre los setos de buganvillas, las noches en vela tras un mosquitero agujereado, las termitas los días de tormenta, las reuniones secretas en la furgoneta abandonada.

Una existencia sencilla, apacible, banal, cuyo recuerdo impulsa a Gabriel a dejar constancia de que aquel mundo existió, que fue una realidad hasta que los hombres y mujeres que lo habitaban se vieron obligados a tomar partido y aniquilarse mutuamente o a exiliarse en otras latitudes.

Información tomada de la editorial.

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