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Sesión 6. Club ARTEMISA: “Utopía” de Tomás Moro

Tomás Moro

En la próxima sesión que tendrá lugar el lunes 3 de febrero (11:30 h.), comentaremos el libro del escritor Tomás Moro, Utopía.

Tomás Moro: (1478-1535) Político y humanista inglés procedente de la pequeña nobleza, estudió en la Universidad de Oxford y accedió a la corte inglesa en calidad de jurista. Su experiencia como abogado y juez le hizo reflexionar sobre la injusticia del mundo, a la luz de su relación intelectual con los humanistas del continente (como Erasmo de Rotterdam). Enrique VIII, atraído por su valía intelectual, le promovió a cargos de importancia creciente: embajador en los Países Bajos (1515), miembro del Consejo Privado (1517), portavoz de la Cámara de los Comunes (1523) y canciller desde 1529 (fue el primer laico que ocupó este puesto político en Inglaterra). Ayudó al rey a conservar la unidad de la Iglesia de Inglaterra, rechazando las doctrinas de Lutero; e intentó, mientras pudo, mantener la paz exterior. Enrique VIII quiso valerse del prestigio de Moro, reconocido en toda Europa, y de la estrecha amistad que les unía, para defender su divorcio de Catalina de Aragón y su ruptura con Roma. Moro no sólo mantuvo una  defensa inapelable del matrimonio real sino que reafirmó la suprema autoridad del Papa sobre todos los católicos, incluidos los ingleses con su célebre: “Primero es Dios y luego el rey”. Tras casi dos años y medio como canciller, Moro se vio obligado a dimitir en junio de 1532. Retirado de la política y con una escasa pensión de 100 libras anuales, volvió a su casa de Chelsea con su mujer y sus hijos. Pero Enrique VIII, no estaba dispuesto a olvidar su traición y ordenó decapitarlo en Londrés el 6 de julio de 1535. Fue canonizado por Pío XI en 1935, y Juan Pablo II lo proclamó patrono de los gobernantes y de los políticos en el 2000.

Utopía: (París, 1516) escrita originalmente en latín, es su obra más relevante como pensador. En ella criticó el orden político, social y religioso establecido, bajo la fórmula de imaginar como antítesis una comunidad perfecta; su modelo estaba caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y el imperio de la Ley, combinando la democracia en las unidades de base con la obediencia general a la planificación racional del gobierno.