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Sesión 4. Club MUCHALETRA: “Corazón de napalm” de Clara Usón

En la próxima sesión del club, el lunes 4 de diciembre, a las 19:15 h., comentaremos el libro de Clara Usón, Corazón de napalm.

Clara UsónUna gaviota se posó sobre la arena de la playa, a poca distancia de donde él se había echado. Se irguió y buscó con los ojos una piedra o un palo para tirárselo, pero a su alrededor sólo había arena, así que se levantó, hinchó el pecho y dio un par de pasos amenazadores en dirección al ave, que lo observaba con indiferencia, pero cuando Fede, acercándose más y envolviendo al pájaro en su sombra, apretó el puño e hizo ademán de propinarle un puñetazo, vaya si se asustó.

(Inicio de Corazón de napalm)

Clara Usón (Barcelona, 1961). Estudió Derecho en la Universidad de Barcelona y ha trabajado como abogada y traductora de textos jurídicos, aunque en la actualidad se dedica por completo a su carrera literaria. Se dio a conocer al ganar el Premio de Novela Femenino Lumen en 1998 con su novela Noches de San Juan, obra ambientada en la ciudad menorquina de Ciudadela durante una noche de fiesta y desenfreno, la noche de San Juan, de gran arraigo en gran parte del Mediterráneo. En 2009 consolidó su trayectoria al ganar con Corazón de napalm el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral.

Además, la escritora ha ganado otros premios como el Ciudad de Barcelona y el Nacional de la Crítica, 2013.

Clara Usón había publicado con anterioridad varios libros y antologías de relatos, siendo Perseguidoras (2007) y El viaje de las palabras (2005) sus éxitos más relevantes.

En octubre de 2014 firmó un manifiesto contra la independencia de Cataluña.

Corazón de napalm: En 1984 Fede acaba de cumplir trece años: ya no es un niño, aún no es adulto, sólo es un problema. Se ha escapado de la casa de su padre y su madrastra, dispuesto a vivir intensamente emulando a su héroe Sid Vicious (bajista del grupo Punk, Sex Pistols). Pronto entiende que su lugar está junto a su madre, de la que nada sabe desde hace un año. La novela es la conmovedora historia de amor de un niño por su madre, una novela contemporánea con resonancias clásicas, un Edipo de nuestro tiempo salpicado con pequeñas dosis de comedia de enredo.

Su aventura transcurre en paralelo con la de Marta, una pintora alocada de hoy, que ve con ironía y escepticismo la trastienda del mundo del arte y la posibilidad de ser feliz.

Clara Usón mantiene al lector en vilo con estas dos narraciones enlazadas en un final sorprendente. La dosificación de la ternura, el uso del humor en las situaciones más duras, el ritmo ágil y la originalidad son ya señas de identidad de Clara Usón, pero su mayor logro literario es la creación del memorable personaje de Fede, un niño que elabora su propia interpretación del mundo para sobrevivir al caos familiar y la lleva hasta sus últimas consecuencias.

La novela está planteada como el relato de dos historias paralelas cuyos episodios van alternándose rigurosamente: los capítulos impares, narrados en tercera persona, se centran en las peripecias de Fede, un adolescente problemático, hijo de padres separados, que huye de su casa en Santander y de la insufrible autoridad de su madrastra para intentar reunirse con su madre en Barcelona; los capítulos pares desarrollan, mediante la narración en primera persona, la historia de Marta, una joven barcelonesa que sobrevive pintando cuadros a partir de los bocetos de un cotizado pintor abstracto de avanzada edad que ha perdido el pulso para dominar los pinceles. La inesperada convergencia de las vidas de Fede y Marta en los últimos capítulos sólo puede sorprender porque, hasta entonces, el lector ha operado con la convicción implícita de que ambas historias eran simultáneas, lo que no deja de constituir un “truco”, un “trampantojo” estructural que se une a otros que contiene la novela y que delatan su verdadero tema, que no es exactamente el conjunto de experiencias que viven sus dos personajes centrales. Lo que proporciona coherencia a la novela de Clara Usón, son dos elementos básicos y sostenidos: el motivo del amor edípico, que actúa como columna vertebral de la historia, y el punto de vista narrativo, que incorpora la visión de un mundo en el que todo es engaño y apariencia: los cuadros que pinta Marta, vendidos como de Maristany y, más tarde, atribuidos a una inexistente Wu Chao.

El final de la novela lo podemos calificar como de sorprendente.